David y su hermana Jennifer son teletransportados
mágicamente al mundo ficticio de una serie clásica de la televisión en blanco y
negro. Allí convivirán temporalmente con los vecinos de un apacible pueblo. Los
dos hermanos ejercerán una gran influencia sobre esa comunidad de gentes
sencillas, pero muy conservadoras, sacándolas de su marasmo y ayudándolas a
descubrir las principales emociones y pasiones de la vida.
... Cada uno de nosotros tiene
motivos para pensar con profunda gratitud acerca de aquellos que han encendido
la llama en nuestro interior.” Autor: Albert Schwietzer.
Gente capaz de ‘colorear’ nuestras vidas cuando llegan a ellas. Esta estupenda
idea básica de partida, es la que me atrajo especialmente de la película que
hoy traigo hasta el blog (Pleasantville), porque es cierta y porque implica un
homenaje a todos aquellos que, quizá sin pretenderlo, aparecen de repente en
nuestra vida,siendo capaces de iluminarla.
La mayor parte de las veces adjudicamos a un componente romántico, la
capacidad de cambiarnos para bien que poseen ciertas personas. Es así, y el
amor nos voltea por completo para, si es de calidad, hacernos mejores de lo que
jamás fuimos.
Pero otras veces consiste en breves encuentros con personas con
las que simplemente nos cruzamos, nos enseñan algo y después se van, no sin
antes dejarnos en nuestra paleta vital de colores alguno que nos faltaba.
Por
ello, siempre hay que estar abierto a conocer, escuchar y aprender lo
que los demás (hasta quien menos lo esperemos) nos tenga que decir. Si no lo
hacemos, tal vez a nuestra biografía le falte un ‘color’ fundamental y esa
parte de nuestra vida quede condenada para siempre a ser vivida en blanco
y negro.
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